jueves, 27 de junio de 2013

CAPÍTULO III PTE. 1: HACIENDO DE ENFERMERA.

(narra Colette)
-¿explicarlo todo?¿estabas esperando a ocurriese esto?- Mi tono de voz se elevaba por momentos-¿Cuándo pensabas decírmelo?
Oh no,no,no,no . No pienso llorar, apreté la mandíbula intentando evitar que las lágrimas saliesen de mis ojos. Esto era demasiado ¿uno de ellos? Cómo podría ni siquiera habérsele pasado por la cabeza, todo eran iguales, y no se le ocurría nada mejor que meter a uno de ellos entre nosotros.
-Colette, cálmate.
Ahora Leonard parecía enfadado.
-¿Cómo quieres que me calme? ,mierda.
Suspiré profundamente, estaba perdiendo los papeles. Encima delante de ese chico, del que ni siquiera sabía su nombre. Me miraba bastante descolocado, normal, lo entendía perfectamente yo había pasado por lo mismo dos meses atrás.
-Esta noche nos reuniremos todos en  la fogata y hablaremos largo y tendido, te lo prometo-intervino de nuevo Leonard.-ahora lleva a este chico a la enfermería y héchale algo en esa herida.
Hasta que levanté la vista y vi que me miraba no me di cuenta de que hablaba conmigo.
¿Yo?¿Por qué yo? Sarah siempre se había ocupado de eso, era lo único que Leonard no le prohibía hacer. Sarah era enfermera, la verdad era que me había enseñado muchas cosas.
Decidí no protestar y no echarle más leña al fuego , así que solo asentí y comencé a andar de vuelta al túnel.
-Si quieres yo puedo hacerlo-le sugirió Sarah.
-No  , ella lo hará.Síguela - ahora debía dirigirse al chico.
No tardé en sentir sus pasos detrás de mí. Rápidamente se puso a mi altura.

(Narra Castiel)
-No, ella lo hará. Síguela. 
El tal Leonard me miraba autoritariamente.  No me gustan las órdenes pero comencé a caminar detrás de ella inmediatamente. Eso me permitió observar su pelo negro y ligeramente ondulado que caía por su espalda. Su delicada cintura al descubierto. Mi vista bajó involuntariamente hasta su trasero.”Joder Castiel, contrólate” . Seguí mi recorrido por sus esbeltas piernas. Su voz interrumpió mis poco ortodoxos pensamientos.
-Pasa.
No me miraba y parecía contrariada. Entré en una estancia muy iluminada, tanto que me hacía daño en los ojos, en el centro había un camilla metálica ligeramente oxidada.
-Siéntate ahí- señalaba la destartalada camilla, ahora sí me miraba. Sus ojos eran grandes y de un intenso color dorado, hipnotizantes.-vuelvo enseguida.
Hice lo que me pedía, me senté obedientemente en la camilla, la estancia estaba llena de pequeños estantes con decenas de frascos de distintos colores y formas, enfrente de mí había un espejo. Observé mi reflejo, tenía la cara rosada a causa de la sangre y algún que otro corte en la frente y los labios, la camisa desgarrada y un arañazo en el costado. No tardó mucho en regresar, cargaba unos paños y un bote amarillo.
Se sentó a mi lado girada hacia mí, vertió el contenido del bote en uno de los paños.
-Gírate por favor- vaya ahora parecía más relajada- Esta herida no tiene buena pinta.
Comenzó a frotar el paño contra mi cuero cabelludo, quemaba y escocía, pero no dejé que se notara. Cerré los ojos concentrándome en el suave toque de sus dedos separando mi pelo.
-No es tan malo como pensaba, no creo que necesites puntos.
En su voz escuché ¿alivio? , tal vez se preocupaba por mí. Me di cuenta de que aún no había abierto la boca.
-carraspeé- entonces, ¿sobreviviré?
-Creo que saldrás de esta.- rió, vaya un avance.- Venga, ahora la cara.
Agarró mi barbilla para que me quedara mirándola, vivió a mojar el paño y comenzó a pasarlo por mis cortes. Parecía concentrada, me sentía incómodo. Escasos centímetros separaban nuestros rostros permitiéndome observarla con detenimiento. Su nariz pequeña, sus labios carnosos, guapa. Nuestras miradas se cruzaron y vi que se sonrojaba ligeramente, ahora también parecía incómoda
- Ya está – observó mi camiseta- ahora...Podrías...Ya sabes...quitarte la camiseta.
Estaba roja como un tomate, no pude evitar comenzar a reírme.
Hice lo que me pedía y me quité la camiseta. Comenzó a limpiar la herida.
-No vayas a violarme ¿eh?- dije intentando relajar el ambiente.
-Ya te gustaría.
Sonrió de forma sensual, yo sabía que lo hacía de broma pero mi cuerpo reaccionó al instante. Estos últimos meses de abstinencia me habían afectado.
Coloqué la camiseta estratégicamente para que no se notara, por suerte, pareció no darse cuenta.
-He acabado- se levantó y suspiró- le diré a Johan que te preste algo de ropa.
-¿Quién es Johan?
-ya lo conocerás, es de esas personas que no se olvidan.
Sonreía disfrutando de una broma privada “es de esas personas que no se olvidan” , empezaba a asustarme.

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